Y por fin, salió el sol en el Occidente...

Después de más de una semana de lluvias intensas y contínuas, parece que hoy quería empezar a salir un rayín de sol, allá... en el occidente. Y es que la cosa parecía que no iba a acabar nunca...
Lluvia, lluvia... más lluvia... creo que no recordaba haber visto llover tanto y durante tanto tiempo. Lluvia que causó destrozos, pérdidas, desesperación,...
Y cuando ya creíamos que las cosas iban a mejorar, se nos presenta la tarde del domingo con la noticia de que nuestra carretera, la que nos lleva al puesto de trabajo, estaba definitivamente cortada. Durante esas horas, recibí llamadas de algunos compañeros de trabajo que habían iniciado el viaje de domingo, y me advertían de las malas condiciones de la carretera, de los desvíos y las retenciones.
Mis temores se confirmaban esta mañana cuando recien llegada a Otur, después de varios flamantes tramos de autopista, me vi abocada a subir un monte (tal cual) que... vamos!... ya lo quisiesen muchos para un retiro rural alejados del mundanal ruido.
Eucaliptos... neblina... casas con techo de pizarra... son las imágenes que recuerdo de una subida y una bajada por una comarcal en la que apenas cabían dos coches cruzándose en sentido contrario...  Pueblos que espero no tener que volver a visitar y carretera que es mejor olvidar.
 A mi regreso las cosas ya habían mejorado. La habilitación de un desvío alternativo que bordea la "zona cero" de las voladuras e inundaciones, me permitió hacer un viaje de vuelta casi-casi normal.

La benemérita, eso sí, no perdió ocasión de "recaudar" y se apostaba en una cuestina para hacer caja poco antes de Soto del Barco. Quizás pensando que se aprovecharía de la "confusión" de los desvíos y las obras, el Nissan Primera gris oscuro, se agazapaba poco antes de una gasolinera.
Conmigo no conteis en esta ocasión... las advertencias de algún conductor y de mi compañera Raquel, que me dio una llamada perdida, me permitieron esquivar la multa, en esta ocasión.