7 de noviembre de 2008

Mal pie

Hoy he pedido el día de vacaciones en el curro.
No era para hacer un viaje espectacular, ni una marcha por los montes asturianos, simplemente algunos papeleos pendientes, que el IBI y otros actividades administrativas me habían colocado sobre la mesa. Así que, nada, lo mejor tomar las cosas con calma y aprovechar para dar una vueltina por mi ciudad, en esta época otoñal en la que el campo San Francisco se pone tan guapo.
Una parada para saludar al amigo woody y después cafe con pinchín en una de las cafeterías del centro. Desde que vivo en La Fresneda, Oviedo, en comparación, me parece una gran capital en la que hay siempre cosas para ver y descubrir.
A continuación, ya vino la parte menos divertida de la mañana, ya que también me tocó sesión de médicos.
La cosa es que el miércoles pasado sufrí una caída/resbalón (dejo a Eva que os cuente cómo, dónde y por qué se produjo). Cuando me di cuenta, estaba "tirau" en el suelo, con cara de susto y pensando "¿Cómo coño he llegado yo aquí?". Yo, dismulando y como buen macho hispano del norte, me reincorporé cual resorte diciendo: "Tranquilos... no ha pasado nada" y con la cabeza alta y el cuerpo magullado, marché del lugar de los hechos aparentando total normalidad. Supongo que la gente quedaría diciendo o pensando, al menos, y entre alguna sonrisilla: "Vaya viaje que se ha metido el alto!!!"
Bueno, bromas a parte, la cosa es que en el momento, realmente no me pareció nada, pero al enfriar y ya en casa, vi que en el dedo gordo del pie había aparecido un moratón y que empezaba a doler la cosa.
El jueves, en el trabajo... pues caminando al más puro estilo CHIQUITO DE LA CALZADA, con una cojera notable.
Hoy, aunque con menos dolor, fui igualmente al médico, que tras hacerme una radiografía y mirarla con detalle, observó que tenía una pequeña rotura en el dedo. Técnicamente no recuerdo cómo se llama, pero es como que se rompió un trocito del extremo de una de las falanges. Vamos, como el corte que se les hace a las castañas cuando se meten a asar... pues algo parecido!!

Con mi radiografía, me mandaron para urgencias (y yo pensando, qué carajo hago yo aquí, si me encuentro fenomenal). Así que nada, allí todo el protocolo y como no, la espera, que sobre todo cuando no estás mal, se te hace aún más larga. De fondo, los gritos desgarradores de una mujer o la cara ensangrentada de una abuelina que acababa de dejar la nariz y la dentadura en medio de la acera. Un lugar en el que encontar lo más débil del ser humano y en el que se encuentran grandes héroes, los médicos, que se entregan en condiciones, no siempre óptimas, a la asistencia a los enfermos.

Lo mío... nada, una chorrada. Inmovilizar los dedos con un vendaje e intentar reposo para que el huesín suelde bien y no tener problemas. Así que nada, tendré que tomarme los siguientes 15 días con calma.

A la salida y para mi sorpresa, me encontré con el Dr. Andrés Andrés (Alfon), que estaba casualmente allí con el enfermero de su centro de salud, llevando a un paciente que había tenido una especie de infarto. Muy prestoso encontrarse con un amigo (a otro héroe) en plena faena y en un sitio tan hostil como es URGENCIAS.

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